Una de las pocas consecuencias positivas de la crisis económica que estamos sufriendo es que poco a poco algunas cosas van volviendo a su cauce. Un restaurante es una fábrica donde se transforman alimentos básicos en productos que llamen la atención del cliente y que hace que vuelvan a visitarnos. Los años de bonanza nos llevaron a un mercado saturado de restaurantes de baja calificación, donde básicamente se emplataba productos sin casi manipularlos.
Por desgracia, la crisis se ha llevado por delante a buenos profesionales, pero los que quedan se están esforzando en diferenciarse de la competencia y reducir costes. Y aquí es donde entran las centrifugadoras de verduras, ya que poco a poco se van dejando de lado las verduras preparadas y en bolsa, y se va volviendo al producto fresco y de proximidad, mucho más bueno y económico. Con la ayuda de las centrifugadores eliminamos los excesos de agua y aumentamos la durabilidad del producto.
Con una amplia gama, desde las centrifugadoras manuales de diez litros hasta las automáticas para grandes producciones, estas máquinas nos ayudan a devolver a las verduras frescas a las cocinas, de donde no tendrían que haber salido nunca.
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